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Kartell

Fundada en Milán en 1949 por Giulio Castelli, Kartell representa las ganas de experimentar y trazar nuevas fronteras estéticas del Made in Italy. Colores, transparencias e ironía en las manos de los más famosos diseñadores contemporáneos. Las emociones hacen los productos de Kartell reconocibles a primera vista en todo el mundo.
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La historia de Kartell La historia de Kartell puede considerarse una pieza de la Historia de Italia, ya que ha acompañado a dicho país a través de un largo recorrido que ha empezado en 1949 y continúa hasta hoy. El fundador de la marca Kartell fue Giulio Castelli, un ingeniero químico, que en Noviglio, un lugar que se encuentra en la periferia metropolitana de Milán, comenzó a realizar artículos para el hogar de plástico y accesorios para coches. La resistencia del plástico utilizado -un material innovador para esa época, ya que todos los utensilios de cocina se realizaban exclusivamente en aluminio, cerámica o chapa- y un diseño y colores modernos determinaron el éxito de la marca desde sus inicios, y al cabo de pocos años se convirtió en el objeto del deseo de las amas de casa italianas. El primer producto realizado en los laboratorios de la empresa, que despertó el interés del público en general fue, sin dudas, Made in Kartell, lanzado al mercado en 1950. Era un portaesquís creado gracias a la colaboración entre Roberto Menghi y Carlo Marassi, construido junto con la empresa Pirelli, que en ese entonces era una de las empresas líder en Italia. Ya en este mismo producto se apreciaba de manera evidente el rasgo distintivo de toda la historia de la empresa: la innovación, las ganas de crear productos nuevos y originales o, mejor aún, formas particulares para productos de uso cotidiano. También quedaron claras las ganas de implementar una sinergia con otras marcas del Made in Italy, gracias al convencimiento de que solamente ayudándose y desarrollando proyectos juntos con otras empresas italianas lograrían superar el desafío competitivo que les imponía el mercado mundial. A finales de los años cincuenta, la empresa empezó en especializarse en diferentes sectores y su fundador decidió crear sucursales que se dedicarían a crear la mercadería para los diferentes ámbitos. El primero en desarrollarse fue el sector de artículos para la casa. En 1955, bajo la dirección de Gino Colombini, un mito de este sector, empezó la producción de objetos de hogar y productos de uso cotidiano, realizados en plástico de colores con formas y matices particulares y divertidos. Precisamente en esos años -con un innegable e importante aporte de Kartell- en Italia empezó a difundirse una idea nueva de bienestar y de objetos de hogar, porque no solo son útiles, sino también porque son atractivos, alegres e irónicos, y marcan la diferencia en el estilo de la casa. 1958 fue el año del sector de la iluminación, que dio muchas recompensas al esfuerzo toda la empresa. Entre los iconos que caracterizan ese sector -que también contribuyeron a crear la fama de Kartell como empresa innovadora y de tendencia- encontramos los objetos luminosos de diseñadores como Marco Zanuso, Giotto Stoppino y Joe Colombo, y también obras únicas y originales como la lámpara 4006 diseñada por Piergiacomo Castiglioni y su hermano Achille, su socio creativo. La afirmación de la marca se realizó a inicios de los años sesenta, cuando llega a la empresa la mujer de Giulio: la señora Anna Castelli Ferrieri. La mujer, licenciada en Arquitectura y en la que influyeron las vanguardias de Bauhaus, contribuyó mucho con su idea de diseño para darle formas y estilos nuevos y originales a los objetos de uso diario. Ella creó, en pocas palabras, el estilo inequivocable de Kartell, la clave de su éxito. A esa misma época remite la producción de piezas como la silla 4999, un producto para niños de plástico duro de colores, adecuado no solo para ser utilizado como asiento sino también como juego que desarrolla la creatividad. El proyecto de la silla es un trabajo realizado a cuatro manos por Richard Sapper y Marco Zanuso, muy querido por Anna Castelli Ferrieri que, al ser madre de dos hijos con el fundador de Kartell, conocía la necesidad de los niños de tener muebles hechos a su medida y creados según sus necesidades específicas, productos seguros y al mismo tiempo de alta calidad, lo que asegura una larga duración. Precisamente con este producto -la primera silla del mundo que ha sido fabricada en plástico- ha sido inaugurada la producción de uno de los complementos de decoración que se convertiría en la marca distintiva de Kartell: esas mismas sillas de plástico, que hasta ese momento habían sido un tabú de las empresas del sector, ya que solo la madera y el hierro se consideraban materiales adecuados para realizar asientos cómodos y resistentes a la vez. El verdadero triunfo de esta empresa italiana llegó en 1972 y fue celebrado por un gran instituto internacional. Después de años de inquietud en el panorama de la arquitectura y del diseño italiano, al fin el mundo cultural se da cuenta y le reconoce su valor. No es casualidad que precisamente en ese año se organizara una exposición en la catedral mundial de la cultura, el Museum of Modern Art de Nueva York, que desde siempre aloja en sus salas lo mejor del arte internacional, del diseño y también de muebles de estilo italiano. Entre las obras de la exposición se incluían algunos de los iconos de Kartell que, de ese modo, obtuvo una visibilidad inigualable que hizo que pasara a tener clientes del otro lado de los Alpes. Las piezas expuestas en esa muestra eran el fruto de la colaboración de Kartell con personajes como, por ejemplo: Marco Zanuso, Gae Aulenti, Richard Sapper y Ettore Sottsass, jóvenes arquitectos y diseñadores de quienes ya se percibía el enorme potencial. Muchos de esos productos aún forman parte de la colección permanente de esta marca, y desde hace años se exponen en el museo que Kartell ha querido para que su patrimonio arquitectónico y parte de la Historia del Diseño Italiano no se fragmentase. Otra etapa fundamental de esta marca de muebles italianos es la época de los noventa, cuando Kartell empezó a trabajar junto con otros personajes que aún no eran muy conocidos pero que tenían ya un estilo único e innovador, que a la larga se convirtió en la «marca registrada» de la empresa. Poco a poco, diseñadores como: Piero Lissoni, Antonio Citterio, Philippe Starck, Vico Magistretti y Ron Arad vincularon por siempre su nombre con el de la empresa milanesa y al cabo de pocos años se convirtieron en artistas conocidos en todo el mundo. En 1999, para celebrar la historia escrita hasta ese punto, la dirección de Kartell decidió enfocarse en otro grandioso proyecto: crear un museo del Diseñador que, además de contar la evolución de la creatividad italiana, recogiera lo mejor de la producción de Kartell, para evitar que todo el ingenio y la creatividad cayera en el olvido y con ella una parte de la historia del país. Fue así que también se creó la homónima Fundación Kartell con su museo, que hoy en día reúne más de 1000 productos de Kartell, que siguen siendo innovadores como el primer día. A lo largo de los años, muchos de los productos propuestos obtuvieron premios prestigiosos como el Compasso d’Oro, que es el premio que todos los años es otorgado por la ADI - Asociación de Diseño Industrial y que es el testimonio del gusto y de la innovación de este sector. Este premio se considera, entre los expertos del sector, el máximo reconocimiento a la arquitectura, al diseño y a la decoración. Otra etapa fundamental de esta marca de muebles italianos es la época de los noventa, cuando Kartell empezó a trabajar junto con otros personajes que aún no eran muy conocidos pero que tenían ya un estilo único e innovador, que a la larga se convirtió en la «marca registrada» de la empresa. Poco a poco, diseñadores como: Piero Lissoni, Antonio Citterio, Philippe Starck, Vico Magistretti y Ron Arad vincularon por siempre su nombre con el de la empresa milanesa y al cabo de pocos años se convirtieron en artistas conocidos en todo el mundo. En 1999, para celebrar la historia escrita hasta ese punto, la dirección de Kartell decidió enfocarse en otro grandioso proyecto: crear un museo del Diseñador que, además de contar la evolución de la creatividad italiana, recogiera lo mejor de la producción de Kartell, para evitar que todo el ingenio y la creatividad cayera en el olvido y con ella una parte de la historia del país. Fue así que también se creó la homónima Fundación Kartell con su museo, que hoy en día reúne más de 1000 productos de Kartell, que siguen siendo innovadores como el primer día. A lo largo de los años, muchos de los productos propuestos obtuvieron premios prestigiosos como el Compasso d’Oro, que es el premio que todos los años es otorgado por la ADI - Asociación de Diseño Industrial y que es el testimonio del gusto y de la innovación de este sector. Este premio se considera, entre los expertos del sector, el máximo reconocimiento a la arquitectura, al diseño y a la decoración. Si es posible afirmar que hasta finales de los años ochenta se despliega la primera fase creativa de Kartell, la segunda inició en 1988, cuando la titularidad de la empresa pasó a Claudio Luti, el dueño actual de la empresa, quien quiso dejar su huella no solo desde el lado de la estrategia comercial, sino también con respecto al diseño. Claudio Luti tomó las riendas de la empresa cuando su andamiento no era positivo. La última parte de los años ochenta representaron un momento de ajuste para la economía mundial, debido a la inversión de ruta con respecto a los años rojos del comunismo y al cambio en los gustos y en el consumo a nivel mundial. Luti llegó en un momento en que la empresa tenía que decidir qué dirección tomar en el futuro, para sobrevivir a esos años tumultuosos. Este profesional quiso, una vez más, apostar al diseño y a la creatividad, creando líneas siempre innovadoras, a partir de otro rasgo distintivo de la empresa vigente hasta hoy: volver a proponer con estilos y tendencias nuevas lo que tuvo éxito en el pasado, también en un pasado bastante lejano, por ejemplo, la época de Luís XVI, interpretando esa época con una mirada extremadamente moderna e innovadora. Gracias a esta fusión fue creada Kartell, así como la conocemos hoy, y con ella también algunos productos que, con las debidas modificaciones, han llegado hasta nuestros días. ¿Por qué durante los años los productos de Kartell siempre se han considerado el símbolo perfecto del gusto, de la innovación y del diseño? La clave del éxito de esta marca depende de diferentes factores, todos estrictamente ligados entre sí. En primer lugar, podemos atribuirlo al uso del plástico. Un material que podría incluso considerarse banal y común, en los laboratorios de Kartell se ha convertido en un recurso preciado, que se moldea de forma inusual y con técnicas y herramientas que hasta ese entonces eran impensables en el caso de un material pobre o al menos no noble como el plástico. En cambio, gracias a Kartell, el plástico transparente adquiere la levedad y la gracia del cristal, se plasma como si fuera preciosa porcelana y cobra las formas elegantes del vidrio de Murano. Esta materia prima, sin el empleo de un sólido proyecto soportado por la creatividad de los diseñadores que trabajan para la marca, no lograría expresar todas sus potencialidades. Sin dudas, la marca Kartell es uno de los líderes del mercado con respecto no solo a la alta calidad de los productos que vende, sino también a la refinación de las formas, la innovación en su aplicación y la particularidad de los estilos. Los diseñadores de Kartell han logrado incorporar las influencias de los diferentes estilos que, época tras época, han decorado las casas de todo el mundo, volviendo a interpretarlas según el gusto moderno y el estilo de Kartell. El resultado son productos únicos que hoy son muy requeridos en todos los mercados internacionales, no solo en Italia, es más, son apreciados especialmente en Estados Unidos y desde hace unos años también en Japón, país siempre muy atento a las últimas tendencias innovadoras. Muchos productos de Kartell han ido conquistando el corazón y la mente no solo de los críticos del sector, sino también de los clientes. Entre los productos históricos de esta marca, es decir, los que tuvieron mucho éxito en todo el mundo, cabe destacar la silla Maui de Vico Magistretti, La Marie de Philippe Stark -que ganó el Compasso d’Oro- y las butacas Eros de Philippe Stark y la serie Ghost y Bubbl, también del prolífico Stark. Es imposible no mencionar también la serie de librerías titulada Bookworm, creadas a partir de un diseño de Ron Arad o Clap. Cada uno de estos productos tiene una historia y una génesis productiva propia, que no solo es la historia de un producto como cualquier otro, sino que refleja la evolución del gusto de los italianos y de su forma de percibir la casa y la hospitalidad, de vivir su propio tiempo y su propio ambiente. Muchos de los productos de Kartell ya están en los libros de Historia, Arquitectura, Diseño Italiano, y han enseñado a las nuevas generaciones de profesionales -las que marcarán el gusto y el estilo del futuro- no solo lo que es la elegancia sino porqué la elegancia italiana es apreciada en todo el mundo. Hoy Kartell se ha desarrollado y ha pasado de ser una pequeña empresa familiar a la vanguardia a ser una verdadera empresa internacional, con tiendas e instalaciones en todo el mundo. Actualmente, la empresa tiene una red que cuenta con más de 130 flagship store monomarca, 250 corner shop dentro de otros negocios y una red con más de 2500 distribuidores equitativamente distribuidos en más de 130 países. La indudable alta calidad de sus productos, la innovación del diseño, la colaboración con nombres prestigiosos de muchas otras naciones y culturas han hecho que la marca Kartell traspasara con orgullo, energía y éxito las fronteras italianas, resultando ser una de las marcas del sector más innovadoras, con un gusto y gran elegancia. Precisamente ese éxito ha hecho que la marca y su atenta dirección no parara nunca y siguiera la labor de investigación e innovación que desde siempre la diferencian. Los puntos fuertes de la empresa siguen siendo los mismos, ya que el plástico continúa siendo el rey de la producción, en todas sus formas y matices, así como también continúan las colaboraciones con los grandes nombres de la arquitectura y de la cultura, con la convicción de que el arte y el diseño deban ser principalmente una contaminación de estilos, lenguajes, formas y colores, para crear productos únicos y caracterizadores, piezas que solas logran crear estilos y tendencias. Sin embargo, en la actualidad, la empresa hace hincapié principalmente en las nuevas generaciones de diseñadores y en jóvenes que, gracias a su entusiasmo, infunden una energía nueva en la linfa vital del diseño que, en otros casos, se consume por la autocelebración que, inevitablemente, tienta a muchos al alcanzar el éxito. En cambio, Kartell cree en el poder y en la fuerza de los jóvenes, a los que hay que darles una oportunidad para seguir alimentando el fermento creativo. Por eso mismo, la Fundación Kartell todos los años destina una parte de sus ganancias a la investigación de materiales industriales y en el diseño, algo que siempre fue apoyado por los directores de la empresa y por sus mismos dueños. Además, ello prevé que se otorguen becas estudiantiles y de prácticas de aprendizaje destinadas a todos aquellos que se dedican a esta carrera profesional del diseño y de la creatividad, para que den sus frutos en el sector de la decoración y de la producción de accesorios.